LA EXPERIENCIA DEL ESPÍRITU

No basta con simplemente describir al Espíritu Santo; debemos tener la experiencia del Espíritu. Nunca conoceremos al Espíritu por simplemente leer acerca de Él.

Conoceremos al Espíritu cuando le pidamos que more en nosotros y que nos dé poder para vivir.

La iglesia no puede operar sin el Espíritu. Podemos tener programas e imprimir boletines; podemos tener organización, directivas, y comités; pero la iglesia no puede operar sin el Espíritu Santo. Y nuestra vida personal no puede ir adelante sin el Espíritu Santo.

Podemos estudiar mucho de teología. Podemos estudiar la Biblia todos los días. Pero si no tenemos la presencia del Espíritu operando en nuestra vida, nada de lo que hagamos cuenta en el reino de Dios.

Quiero concluir destacando cuatro obras del Espíritu en el libro de los Hechos que tienen relación con nuestra experiencia; lo que el Espíritu hace cuando viene a nosotros.

• Primero, el Espíritu Santo crea unidad entre nosotros sin producir uniformidad. Cuando el Espíritu de Dios entra en nosotros, no nos convierte en un clon.

De hecho, las Escrituras dicen que el Espíritu pone diversidad en el cuerpo de Cristo —diversidad de dones, diversidad de personalidades, diversidad de ministerio—, y todos fluyen del mismo Espíritu.

El Espíritu nos ministra la vida de Jesús, que es la fuente de nuestra unidad, pero que también nos conforma a la imagen de Cristo, sin convertirnos en personas producidas con el mismo molde. El Espíritu crea unidad sin uniformidad.

• Segundo, el Espíritu explota el potencial en nuestra vida que nadie o nada más ha podido aprovechar. No hay vida que sea la misma después de un encuentro con el Espíritu Santo. Nadie en el Nuevo Testamento habría expresado su potencial si el Espíritu Santo no hubiera venido sobre ellos. No importa los talentos o la personalidad que tengamos, no importa la energía con que realicemos cualquier tarea o asignación en particular, sólo el Espíritu Santo puede tocar la profundidad del potencial en nuestra vida y extraerlo para el reino de Dios.

En este momento de mi vida, creo que necesito al Espíritu Santo más que nunca. Quiero una fresca unción del Espíritu. Quiero mantenerme lleno del Espíritu. Estoy consciente de que necesito más del Espíritu en mi vida; la porción que he recibido de Él no es suficiente. Cuando se trata de lo que recibimos del Espíritu, creo que el Nuevo Testamento nos enseña que somos expandibles. Él es infinito y puede darnos más, y nosotros podemos recibir más. Nunca explotaré el potencial que Dios ha puesto en mi vida a menos que el Espíritu Santo me sature, a menos que yo me abra y deje que el toque el potencial en mi vida.

• Tercero, el Espíritu siempre nos dirige simultáneamente en dos direcciones. Quiere que profundicemos nuestra relación con Dios y quiere que salgamos y nos relacionemos con el mundo.

El deseo del Espíritu es que seamos más espirituales, más piadosos; que nos asemejemos a Jesús. Él quiere guiarnos a las cosas más profundas de Dios.

Debemos ser cuidadosos de la manera que definimos las cosas más profundas de Dios.

Las cosas más profundas de Dios nos mueven a amar como Él ama y a vivir con gozo y en pureza. Las cosas más profundas de Dios no tienen que ver con una pavorosa espiritualidad o ser más listos o santos que otras personas.

Las cosas más profundas de Dios causan una dramática impresión en nuestra vida con la personalidad de Dios a través de Jesucristo.

 A la vez, el Espíritu nos dirige al mundo, porque Dios ama al mundo. El Padre dio a su Hijo para salvar al mundo. Jesús nos dijo que fuéramos al mundo, pero nos dijo también que para ir al mundo el Espíritu debía venir sobre nosotros.

Él dijo a sus discípulos que esperaran hasta que el Espíritu hubiera venido sobre ellos. El Espíritu siempre nos moverá a una relación profunda con Dios y a salir para ministrar al mundo que no le conoce.

Esto es lo que Isaías nos muestra en el Antiguo Testamento. En Isaías 6:1, el profeta estaba adorando al Señor, y dijo: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” Isaías estaba absorto en la adoración a Dios y repentinamente, Dios dijo: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”

Cuando estaba absorto en la adoración a Dios, Isaías oyó a Dios que decía: “Tengo un trabajo para ti.” Cuando usted adora a Dios, Él le mostrará cuál es el trabajo que debe realizar y dónde, en su familia, en la iglesia, y en el mundo.

• Cuarto, el Espíritu Santo es en verdad una persona, y como tal podemos rechazarlo, hacer caso omiso de Él, o darle la bienvenida.

Él espera que lo recibamos; Él espera que lo invitemos. Jesús dijo que pidiéramos al Padre y que Él nos daría el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no irrumpirá en la puerta de nuestra vida.

Él quiere una invitación. Nosotros pedimos, buscamos, y llamamos y damos la bienvenida al Espíritu. 

Los pentecostales siempre preguntamos: “¿Es usted lleno del Espíritu?” Sin embargo, las personas de inmediato adoptan una actitud defensiva. “Por supuesto que soy lleno del Espíritu. ¡Hace treinta años que hablé en lenguas! ¿Por qué me pregunta tal cosa?”

Otros responderán: “Por supuesto que soy lleno del Espíritu. Espero que no se refiera a hablar en lenguas porque yo fui lleno del Espíritu cuando entregué mi vida al Señor.” 

Si usted lee cuidadosamente el libro de los Hechos, descubrirá que una y otra vez en la experiencia de los discípulos de Jesús, en los momentos difíciles de la vida de ellos, el texto dice que “fueron llenos del Espíritu”. La condición de estar lleno del Espíritu es lo que sucedió después de Pentecostés.

No es la experiencia que vivieron los discípulos en Hechos 2; es la plenitud que recibieron después de esta experiencia.

El Espíritu continuó llenando a los discípulos en momentos en que enfrentaban desafíos nuevos y desconocidos, cuando se necesitó un nuevo nivel de poder en su personalidad, que nunca antes habían visto.

Con cada nuevo desafío viene la nueva necesidad de una renovada plenitud del Espíritu. Esta debe ser hoy nuestra experiencia del Espíritu. 

No es simplemente que el Espíritu venga sobre nosotros cuando somos bautizados en el Espíritu.

En nuestros presentes desafíos, el Espíritu nos llena para diversos niveles de capacidad.

Pidámosle que nos llene hoy con todo lo que podamos recibir de parte de Dios. Que, en lo más profundo, y en la esencia misma, de nuestro ser podamos experimentar la plenitud de Dios a través de su Espíritu.

-La Vida en El Espíritu George Wood

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